Con los campesinos colombianos

(English below)

2944800029_086bdce62d

Durante las últimas semanas, miles de campesinos declararon un paro agrario en protesta a las políticas económicas del gobierno de Colombia. No es la primera vez que sus reclamos fueron ignorados. El presidente Santos anunció que “el tal paro agrario nacional” no existe, y la policía recurrió a muestras de violencia innecesaria para controlar las manifestaciones. En un gesto descaradamente oportunista, el expresidente Uribe — responsable de muchas de estas políticas — ahora busca aprovechar la situación en su agenda de oposición a Santos.

Los gobiernos de Uribe y Santos recientemente firmaron el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, entre otros. Mientras algunos colombianos se sintieron honrados y optimistas de que Estados Unidos quisiera negociar con nosotros, el Presidente Obama se refirió al TLC en su discurso del Estado de la Unión, diciendo: “Iré a cualquier lugar del mundo a abrir nuevos mercados a los productos americanos […] en igualdad de condiciones, les prometo que América siempre ganará.”

Desde que el TLC entró en vigencia, las exportaciones de Colombia a Estados Unidos han *disminuido* en un 13 por ciento, mientras que las importaciones han aumentado en un 15 por ciento. Y la última vez que paré en la carretera con ganas de una buena mazorca, de granos grandotes, con harta mantequilla y sal, resultó que el campesino estaba vendiendo maíz dulce gringo, sacado de una bolsa plástica, nada merecedor de ser llamado *mazorca*. Me aguanté el hambre. Esto no es progreso.

Yo no soy papicultor ni economista, y no pretendo decir que entiendo todos los factores que entran en juego. Pero me solidarizo completamente con la frustración de los campesinos, quienes siempre han sido una de las últimas prioridades de nuestros gobiernos.

A veces la música ayuda a entender un poquito mejor. En la costa ya lo dijo Juancho Polo, muy bien dicho, hace 36 años:

juancho1977

Campesino Desamparado

 

También lo dijo Oscar Humberto Gómez en Santander:

Campesino Embejucao

Unimos nuestras voces al fuerte coro en apoyo a los campesinos en Colombia. Muchos sentimos la impotencia de estar lejos y no saber qué hacer. Hablarlo ayuda. Y también voy a tratar de cumplir una humilde promesa: darle las gracias a un campesino todos los días, por lo menos tres veces al día. Es algo pequeño; pero en grandes cantidades, puede llegar lejos.

. . . . . . . . . .

 

Over the last few weeks, thousands of farmers have been on strike to protest the economic policies of the Colombian government. Not for the first time, their pleads were ignored. President Santos claimed that there was no such national strike, and the police resorted to unnecessary violence in controlling the protests. Shamelessly opportunistic, former president Uribe — who is responsible for many of these policies — now uses the protests to push his political agenda in opposition of Santos.

The Uribe and Santos governments recently signed a Free Trade Agreement (TLC) with the United States, among others. While some Colombians were flattered and optimistic that Americans wanted to partner with us, President Obama referred to the TLC in his State of the Union, saying: “I will go anywhere in the world to open new markets for American products […] if the playing field is level I promise you America will always win.”

Since the TLC started, Colombia-to-US exports have *decreased* by 13 percent and US-to-Colombia imports have increased by 15 percent. And the last time I stopped at a roadside food stand in Colombia craving some corn, *that* corn, with kernels so big that they seem to be fighting each other for space on the cob, covered in lots of salt and butter, I found that the campesino was selling American sweet corn, straight-out-of-a-plastic-bag, completely undeserving of the name *mazorca*. I did not buy it. This is not progress.

I am neither a papicultor (potato grower) nor an economist, and I do not claim to understand the many factors at play. But I completely sympathize with the frustration of the campesinos, who have always been one of the last priorities of our governments.

Often, to try to understand things a bit better, I turn to music. In the north coast, Juancho Polo already said it, beautifully, 36 years ago:

Campesino Desamparado

So did Oscar Humberto Gómez in Santander.

Campesino Embejucao

We join the strong chorus of voices in support of the Colombian campesinos. Many of us are frustrated and don’t know what to do from far away. Talking about it helps. I’m also going to try to keep the humble promise to thank a farmer everyday, at least three times a day. It’s a small thing, but in big numbers it could go a long way.

papicultor